Ejercicio físico y envejecimiento

Es inevitable, con el paso de los años nuestro cuerpo va perdiendo capacidades y si a esto le sumamos un estilo de vida sedentario el proceso se acelera mucho más rápido. Esta demostrado científica y empíricamente; un estilo de vida activo retrasa el envejecimiento y mejora de forma determinante nuestra calidad de vida. El envejecimiento va asociado a un deterioro progresivo del funcionamiento de muchos órganos y sistemas corporales. Este deterioro produce una pérdida de capacidad funcional que reduce los niveles de autonomía y nos impide disfrutar de una vida plena.

Nunca es demasiado tarde para empezar a hacer ejercicio. Durante estos años he sido testigo de ello. Muchos de los clientes con los que he trabajado han conseguido grandes mejoras a pesar de la edad y de llevar un estilo de vida sedentario. Más de una vez he oido frases como: “Me encuentro mejor y más en forma que a los cuarenta”. A pesar de que nunca es tarde para retomar o iniciarse en el ejercicio, el que hayamos practicado a lo largo de nuestra vida va influir de forma determinante en nuestra manera de envejecer. Igual que ahorramos dinero para la jubilación y gozar de una buena solvencia económica, deberíamos invertir tiempo en  la práctica regular de ejercicio y mantenernos activos. La independencia económica es muy importante, sin duda, pero la independencia física lo es también. Las dos deben ir de la mano. 

Veamos cómo afecta el envejecimiento a diferentes sistemas corporales: 

Sistema Muscular 

Ya a partir de los 30 años empezamos a perder masa muscular, a los 50 ya hemos perdido aproximadamente un 10% y a los 80 si hemos llevado una vida sedentaria habremos perdido prácticamente un 50% de masa muscular. Un músculo inmovilizado pierde en 4 semanas un 30/50% de su fuerza. Un estilo de vida excesivamente sedentario puede ser como una inmovilización. Muchas personas mayores de 60 años ya presentan dificultades para levantarse de una silla y subir o bajar unas escaleras. Necesitamos unos niveles de fuerza mínimos para realizar tareas habituales de la vida. Es imprescindible realizar un entrenamiento de fuerza en las personas mayores para reducir la pérdida de fuerza y masa muscular para poder realizar las actividades cotidianas con garantías. Cuando hablo de un trabajo de fuerza, me refiero a un trabajo con cargas o resistencias entre 6/15 repeticiones aproximadamente y no a un trabajo meramente cardiovascular, que nos aportara otros beneficios pero no son suficientes para preservar o aumentar la fuerza y la masa muscular. La perdida de masa muscular y fuerza ligada no solo a la edad sino a un estilo de vida sedentario se le denomina Sarcopenia

Numerosos expertos consideran a la sarcopenia como otra de las grandes epidemias del siglo XXI por su prevalencia en la población, especialmente en la de mayor edad. Sus consecuencias son dramáticas para los afectados ya que sufrir sarcopenia implica una pérdida de autonomía, menor movilidad y mayor riesgo de mortalidad

Aquí la prevención es fundamental. Hoy está comprobado científicamente que la actividad física y una buena alimentación pueden paliar o reducir sus efectos. No podemos evitar cumplir años, pero si podemos influir y mejorar nuestros hábitos de vida. Pongamos el foco en lo que podemos influir. 

Sistema cardiovascular 

Con el paso de los años y el envejecimiento, lo vasos sanguíneos van perdiendo flexibilidad, el corazón va perdiendo fuerza, la frecuencia cardíaca máxima va disminuyendo, etc. Como consecuencia de esos cambios el consumo máximo de oxígeno disminuye aproximadamente un 10% cada década a partir de los 25 años. Numerosos estudios han comprobado que el ejercicio cardiovascular retrasa en 10 o 15 años el inicio del declive de consumo máximo de oxígeno. La práctica regular de este tipo de ejercicio no sólo mejora nuestra calidad de vida retrasando el envejecimiento, también puede ayudar a prevenir muchas patologías y enfermedades que influyen de forma directa en nuestra esperanza de vida. 

Sistema óseo 

El envejecimiento afecta a la pérdida de mineralización ósea, conocido como osteoporosis, esto hace que los huesos sean más porosos y frágiles, aumentando de esta manera el riesgo de fractura. Afecta de forma más acusada a las mujeres sobre todo a partir de la menopausia. Esta pedida de masa ósea implica pérdidas de altura por aplastamiento de los cuerpos vertebrales y provoca anomalías postulares aumentando las curvaturas de la espalda. Esta comprobado que la práctica de ejercicio físico regular y especialmente el entrenamiento de fuerza retrasan la pérdida de densidad ósea y potencian los efectos de la dieta y el tratamiento farmacológico. 

Sistema nervioso 

El envejecimiento va acompañado de una pérdida de reflejos, de memoria, coordinación, de control neuromuscular, entre otros. Con el paso de los años, el sistema nervioso reduce su capacidad de activar la musculatura, factor determinante de la pérdida de fuerza en personas mayores. De nuevo el ejercicio físico regular puede reducir considerablemente la capacidad del sistema nervioso e incluso ha demostrado su efectividad en la recuperación de la coordinación y la fuerza en personas mayores. 

Otros cambios 

A parte de los cambios funcionales, las personas mayores experimentan cambios importantes a nivel social y psicológico. La soledad, la jubilación, viudedad o pérdida de seres queridos, menor movilidad, dependencia de terceras personas, disminución de la capacidad económica...., afectan de forma directa en el ámbito social y psicológico. Las depresiones afectan de forma frecuente a personas de la tercera edad. El ejercicio físico juega un papel muy importante a este nivel. El ejercicio aumenta los niveles de serotonina, sustancia que se encuentra baja en personas deprimidas, cuando se practica en grupo, mejora las relaciones sociales, mejora la imagen corporal y la autoestima, aumentando la confianza en uno mismo. Los gimnasios, los centros deportivos y la práctica  de ejercicio en grupo, son un entorno ideal para este tipo de población donde obtienen beneficios a nivel físico y psicológico y les ayuda a relacionarse con otras personas. 

Resumiendo: el ejercicio físico ayuda a las personas mayores a mantenerse independientes durante más tiempo, mejora su autoestima, le ayuda a relacionarse y a mantener un círculo social activo, reduce el riesgo de enfermedades cardiovasculares, metabólicas, óseas, obesidad, depresión, etc. 

Para terminar os dejo un par de frases que he recopilado por ahí y en algunas de mis formaciones que con pocas palabras dicen mucho.

No podemos detener el envejecimiento pero sí podemos ralentizarlo, y la actividad física es, con diferencia, lo que más puede ralentizar este envejecimiento.  

“No le pidas más años a la vida, sino más vida a los años”, 

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